domingo, 24 de abril de 2005

II Seminario de Reporteros de Guerra: GRACIAS

Ponentes y organizadores, tras la clausura del II Seminario Internacional de Reporteros de Guerra

Destacamos un artículo publicado en el blog "Teniente Colombo" por un alumno de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Málaga que ha asistido al II Seminario Internacional de Reporteros de Guerra. Su nombre Enrique Moyano Fernández. El post es precioso, por ello lo recogemos íntegro. Ahí va:

Voy a abandonar un momento mi ficticia identidad (no, no soy el verdadero teniente Colombo) para expresar mi agradecimiento a un grupo de periodistas y otros profesionales por sus intervenciones en el II seminario internacional de reporteros de guerra celebrado en la ciudad malagueña de Estepona, dentro de su flamante programa cultural Estepona, ciudad del periodismo.
Las jornadas sobre reporteros de guerra estaban destinadas principalmente a estudiantes de Periodismo. Yo comparto facultad con ellos en Málaga, pero mi especialidad es Comunicación Audiovisual, aunque la profesión de periodista siempre me ha parecido muy interesante. Aunque he de ser sincero; mi interés inicial por asistir a estas jornadas estaba basado en la convalidación de un crédito de libre configuración para mi expediente académico, que, la verdad, me hace mucha falta. Consecuentemente no me había creado muchas expectativas, iban a ser una jornada y media intensivas con una conferencia detrás de otra, y no sabía qué me iba a encontrar.
Desde luego, no me imaginaba que me iba a encontrar con lo que me encontré.
Y lo que me encontré fue con una serie de profesionales como la copa de un pino, la gran mayoría periodistas que han desarrollado sus carreras como enviados especiales. Nombres, he de admitir que no conocía, como Ramón Lobo (El País), Fran Sevilla (RNE), Mónica G. Prieto (El Mundo), Bru Rovira (La Vanguardia), Olga Rodríguez (Cadena SER) y Dolores Masana (Presidenta de Reporteros Sin Fronteras) entre otros, me han enseñado mucho durante estos dos días, sobre el periodismo, sobre la guerra y sobre la vida. Desde ahora siempre buscaré sus testimonios cuando lea el periódico o escuche la radio.
Yo no quiero (de entrada) ser periodista, pero si bien los consejos y experiencias de estos reporteros quizá no me sirvan profesionalmente, sí me han ayudado a tomar mayor conciencia social. Sus relatos de la guerra han sido desgarradores, no porque hayan descrito bombardeos o tiroteos, sino porque nos han contado pequeñas grandes historias, historias humanas, protagonizadas por los auténticos perdedores de las guerras: las víctimas.
Nos han hablado sobre guerras olvidadas, es decir, guerras que siguen ahí pero que ya no son noticia (aunque como bien señalaba un ponente, no recuerdo bien quién, me parece recordar que el profesor de la Universidad Carlos III, tampoco conviene olvidar las guerras que ya han pasado), y también, inevitablemente, sobre la ocupación estadounidense a Irak. Esta última acción militar, que como bien han señalado no es realmente una guerra, ya que es unilateral; ni es preventiva, porque no había nada que prevenir, es una invasión; y si de por sí me ha parecido siempre absurda, después de escuchar de primera mano los testimonios de estos periodistas el sentimiento de desamparo e impotencia ante una locura semejante es cada vez mayor.
Estas personas, que es lo que son ante todo (una compañera preguntaba si es posible ser periodista y persona a la vez, en referencia a las barbaries que se tienen que observar), han dado una lección de maestría y humildad, dejando de lado las pretensiones de fama, el morbo, el sensacionalismo y las ideologías recalcitrantes más allá del sentido común. Todos han denunciado la lamentable tendencia actual del "periodismo espectáculo", periodismo repetitivo, vacío y engañoso, que parece dar información cuando sólo satura los noticiarios con anécdotas triviales, frívolas o manipuladas, encabezado, como no, por las cadenas de televisión americanas. Numerosos ejemplos, algunos tristemente graciosos, han ilustrado qué es el mal periodismo. Gracias que tenemos profesionales como los citados por el bien de, esa cosa un tanto abstracta que es, nuestro derecho a la información.
Como corolario, presenciamos una intervención de David Couso, uno de los hermanos del cámara fallecido en Irak José Couso. David nos contó el caso de su hermano, argumentando por qué su muerte no se trató de un accidente, sino de un crimen. Animo desde aquí a la familia Couso a seguir buscando justicia. Ha sido el testimonio más emotivo, y me atrevo a que afirmar que ha contado con las simpatías de todos los asistentes. Mónica G. Prieto ha dicho más tarde una verdad como un templo: que está mal que mueran periodistas en una guerra, pero que en los conflictos diariamente mueren muchísimas más personas que no son periodistas y eso también es injusto. Poco después Fran Sevilla revelaba que otro de los periodistas muertos en una guerra, el también homenajeado Julio Fuentes, era el marido de su colega Mónica Prieto. El impacto fue brutal y las lágrimas no pudieron aguantarse.
Finalmente, me gustaría compartir algunas afirmaciones de las que tomé nota durante las ponencias, todas ellas brillantes, pero estoy escribiendo el comentario sin el bloc de notas al lado, así que lo lamento. De lo que sí me acuerdo es de una par de frases que Ramón Lobo aplicó a la profesión, pero yo me las quedo para mi vida cotidiana:

"Cuando subas la escalera, acuérdate de saludar a todo el mundo, porquecuando la bajes te los volverás a encontrar" y "La profesión (yolo cambio por "la vida") es como un tobogán, así que no te alegres demasiadocuando subas, porque volverás a bajar, y no te deprimas demasiado cuando bajes,porque volverás a subir".

Un apunte sobre la frivolidad
Mientras escuchaba el relato del asesinato de José Couso recibí un mensaje al móvil de un amigo contándome la ilusión que le hacía estar junto a un reportero de Caiga Quien Caiga en una rueda de prensa del Festival de cine español de Málaga. Yo le respondí contándola la rabia y el asco que me producía estar escuchando cómo el ejército norteamericano había matado a este periodista...
No quiero decir que mi amigo (hola Pablo) sea un frívolo, no es un ejemplo personal, sino general. Por supuesto que a mi también me hubiera hecho ilusión estar al lado de un reportero del CQC (del antiguo, el nuevo no lo he visto aún), pero después de dos días oyendo las miserias que ocurren en el mundo ves las cosas de otro modo, aunque sea momentáneamente.
Después de escuchar semejantes atrocidades piensas un poco en tu vida cotidiana, y en tus responsabilidades sociales. Te relacionas con gente que no tiene ni puta idea de lo que ocurre en el mundo ni lo quiere saber, siendo felices en su ignorancia, y, por el contrario, conoces casos de personas que toman cartas en el asunto (cooperantes, periodistas, etc.) que aportan su pequeño gran grano de arena. Tú (o sea, yo) te encuentras en una situación intermedia, más bien cercana a la primera opción. Conoces y te interesas (un poco) por lo que ocurre en el mundo, y te afecta en mayor o menor medida, te gustaría ayudar, pero te mantienes de brazos cruzados, viendo cómo tus compañeros en la universidad se indignan y se movilizan por un motivo tan importante como el baile de fechas de la celebración de la fiesta de la primavera... Que asco.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Felicidades por la iniciativa.
Estamos en contacto desde este lado del charco.
Desde Charallave y Caracas - Venezuela

www.periodismodepaz.bitacoras.com

Por la reflexión de nuestra profesión

Anónimo dijo...

Estuve en el Seminario. Adelante, colegas, vosotros que sois jóvenes, que os dure lo que escuchásteis y seáis capaces de ponerlo en práctica. Acordaros de la escalera de Ramón Lobo...

Teniente Colombo dijo...

Hola, soy el autor del artículo, y me llamo EDUARDO no Enrique.

Gracias por publicarlo.

Anónimo dijo...

Llevo años dando clases en la Universidad y siempre he lamentado tener alumnos apáticos, desinteresados por lo que ocurre a su alrededor.
¡Cuanto me hubiese gustado tener algun alumno como Eduardo!